Sandra García y Darío Maldonado, profesores de la Escuela de Gobierno, y Sofía Abondano, asistente de investigación, realizaron un estudio acerca de las “Afectaciones de la pandemia en la educación de los niños, niñas y adolescentes en Latinoamérica: el caso de los estudiantes de colegios oficiales en Colombia”. Esta investigación fue realizada gracias a la alianza entre el Banco Interamericano de Desarrollo y la Universidad de los Andes.
Según la Unicef (2021), la mayoría de los países en América Latina presentaron cierres parciales dieciocho meses después del inicio de la pandemia. En cuanto al caso de Colombia, diez millones de estudiantes resultaron afectados debido al cierre total en marzo de 2020, y a finales del mismo año, la mayoría de los y las estudiantes finalizaron su año escolar sin educación presencial. El panorama en el 2021 ha cambiado paulatinamente, pero, para el 18 de junio, solo el 15 % de los estudiantes tenían educación presencial.
Estos datos, sin duda, han generado preocupaciones para la comunidad educativa debido a las afectaciones en el aprendizaje y en el bienestar emocional de los niños, niñas y adolescentes. Por esta razón se realizó una encuesta para conocer cómo había sido la experiencia de la presencialidad en el primer semestre de 2021 y tener información sobre afectaciones a la población escolar por el cierre parcial de colegios. La encuesta la realizó el Centro Nacional de Consultoría, incluyó entre el 15 de junio de 2021 y el 9 de julio de 2021 a una muestra representativa de hogares con niños en colegios oficiales. Las características de los niños y niñas seleccionados varían de acuerdo a las categorías de género, nivel educativo, vivienda y nivel educativo del cuidador o cuidadora.
Según datos recolectados: ¿qué pasó en el primer semestre de 2021 en el sistema educativo? 62,5 % de los estudiantes no tuvieron la opción de presencialidad pero del 37.5% que sí tuvieron esa opción menos de la mitad asistió al colegio de forma presencial. Esto lleva a que solo el 15 % de estudiantes tuvo algún tipo de educación presencial.
Además, de los estudiantes encuestados solo el 49 % tuvo acceso a plataformas educativas, el 59 % a clases directamente con el profesor, y el 50 % a clases grabadas. Mientras que un 82 % realizó actividades asignadas por Whatsapp, y el 80 % de los estudiantes de primaria y el 56 % de los de secundaria realizaron guías impresas. Esto puede resumirse en que una alta proporción de los estudiantes no tuvo acceso a las actividades académicas y al desarrollo de los aprendizajes con sus profesores.
Asimismo, se han acentuado las brechas entre los estudiantes en zonas urbanas y los estudiantes en zonas rurales, puesto que estos últimos tienen menor acceso a plataformas educativas, y su conexión con profesores y compañeros fue ligeramente más baja. Adicionalmente, en el estudio se encontró que, en promedio, el tiempo diario dedicado a estudiar es significativamente menor a media jornada, independientemente del nivel socioeconómico y del género de los estudiantes.
Los resultados anteriormente mencionados se relacionan con el estancamiento y reducción del aprendizaje, porque 1 de cada 4 cuidadores reportan que el niño o niña no incrementó sus aprendizajes, y 1 de cada 10 reporta que este decreció significativamente. Estas cifras no son generalizadas en todas las categorías, ya que los niños y niñas en las ciudades avanzaron más en términos de aprendizaje respecto a quienes viven en zonas rurales.
Las señales de alarma sobre el estado de los estudiantes no se reducen a los niveles de aprendizaje, pues su motivación y bienestar emocional también han estado comprometidas. El cierre parcial de los centros educativos ha resultado en que los estudiantes estén menos involucrados en las actividades escolares, y a que los cuidadores perciban en ellos menos motivación para realizarlas. También, los riesgos y malestares en salud emocional de los niños, niñas y adolescentes se han intensificado durante la pandemia, riesgos generalizados tanto en zonas urbanas como rurales.
En conclusión, este estudio nos deja enseñanzas para la formulación de política públicas, basadas en evidencia rigurosa, que tengan como objetivo prevenir y manejar las consecuencias en términos de aprendizaje que se han desencadenado tras el cierre total y parcial de los centros educativos, así como las afectaciones emocionales que han desarrollado los niños, niñas y adolescentes y sus cuidadores. En ese sentido, puede ser un insumo fundamental para tomar acciones en pro de la prevención de la deserción escolar para el 2022, y priorizar la recuperación de los aprendizajes y del bienestar emocional.
Consulte la presentación del estudio acerca de las “Afectaciones de la pandemia en la educación de los niños, niñas y adolescentes en Latinoamérica: el caso de los estudiantes de colegios oficiales en Colombia” aquí.