En el seminario se resaltó el rol de la investigación y la academia en la formulación de políticas públicas, para que estas que se basen en evidencia y logren su fin: la protección de los niños.
El Seminario de Asuntos Públicos “Maltrato infantil en tiempos de la pandemia COVID-19: marco legal propuesto sobre investigación, políticas y práctica” estuvo a cargo de Natalia Varela Pulido, directora del área de Estudios de Familia, Infancia y Sociedad de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado de Colombia. Varela es PhD. en Psicología de la Universidad Laval de Canadá, con énfasis en evaluación de programas, ayuda humanitaria, infancia, desarrollo internacional, salud pública y género. Su investigación examina la forma en la que diferentes contextos adversos como el maltrato, la pobreza, la inequidad y las políticas sociales impactan el desarrollo de los niños, así como el de sus familias. En sus investigaciones utiliza métodos mixtos, con el fin de entregar evidencia empírica y rigurosa para la formulación de políticas públicas. El evento fue moderado por Ángela Guarín, profesora asistente de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.
Varela hace parte del grupo International Scholars Protecting Children in COVID-19, conformado por más de 20 investigadores de diferentes universidades en 11 países. En el contexto del inicio de la pandemia, muchos países respondieron a la situación enfocándose en la contención del virus, pero en este grupo la preocupación fue sobre lo que estaba sucediendo con las niñas, niños y adolescentes debido a las medidas de aislamiento que se tomaron en los países. Además, una preocupación inicial para estos investigadores fue que el análisis del maltrato infantil durante la crisis los podría conducir a modelos enfocados solamente en las relaciones entre los padres o cuidadores y los niños, lo que los llevaría a descuidar el papel clave de los servicios de protección infantil y de los colegios. “En términos de maltrato, los colegios pueden ser un refugio seguro para los niños que sufren abuso y negligencia”, menciona Varela.
En ese sentido, partiendo desde un modelo ecológico transaccional propuesto en 1979 por el psicólogo ruso Brofenbrenner, el grupo enfocó la investigación en mostrar un modelo de resiliencia-vulnerabilidad aplicado al maltrato infantil. Así, se realizó una división de los diferentes sistemas en los que está inmerso el niño, para analizar cómo estaba ocurriendo el maltrato en tiempos de pandemia. En este modelo ecológico, además de analizar información sobre el nivel individual de los niños, se estudiaron las interacciones interpersonales, la comunidad en la que está inmerso cada uno de los menores y su contexto sociocultural.
En relación con el nivel individual y aspectos interrelacionales, Varela cuenta que la pérdida de trabajo de los padres o de las personas a cargo del sostenimiento de la familia ha aumentado significativamente, así como también el impacto psicológico que generó el aislamiento social. Adicionalmente, la pérdida de la red de apoyo a los cuidadores, conformada por centros de desarrollo o servicios del colegio, ya no estaban presentes debido a los confinamientos. Otra de las cosas que se vieron en los aspectos interrelacionales e individuales fue la violencia doméstica, y hay muchos estudios que muestran la correlación entre la violencia doméstica y el maltrato infantil. Así, estos aspectos se convirtieron en factores de riesgo para el maltrato: “Entonces, todas estas presiones contextuales, al aumentar el estrés de los cuidadores y de las familias, puede reducir la calidad en las interacciones de crianza y para familias que no tengan esas herramientas o que ya están en riesgo, pues puede inducir a conductas maltratadoras”.
Asimismo, múltiples estudios muestran que ciertas características de los barrios, como la condición de pobreza, desempleo y violencia armada, harán que el castigo físico incremente e, incluso, que se vea el trabajo infantil como un remedio para la situación de caídas en los ingresos de los hogares. Y el macrosistema, es decir, el contexto sociocultural, también tuvo incidencia en el aumento del maltrato infantil durante la crisis, ya que la cuestión del bienestar y protección de los niños no se consideró una prioridad.
El estudio realizado por Natalia, junto a sus colegas, muestra el papel fundamental que desempeñan los investigadores, pues a partir de los resultados que se gesten desde la academia y desde los estudios inter y transdisciplinarios, se podrá llegar a la formulación de políticas públicas con una base de evidencia más sólida. En últimas, como menciona Varela, lo que se debe hacer es “intentar abrir esas maneras en las que abordamos esas preguntas”.
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